
No en pocas ocasiones el derrotero de nuestras vidas se abre camino en el destino a través de una maraña de pensamientos erróneos sobre la realidad, fruto de conclusiones distorsionadas de nuestra mente. Tendemos a pensar que las cosas son como nosotros las sentimos, pero antes de juzgar a una persona deberíamos caminar tres lunas con sus mocasines, como dice el proverbio indio, para entender que no todos sentimos ni percibimos igual y por ende que la realidad objetiva de las cosas no está sujeta a nuestra particular forma de observar y aprehender el mundo.
Es frecuente que las relaciones humanas se enturbien precisamente por juicios erróneos que un día hicimos, por suposiciones que dimos por certeras, por falacias que entendimos como verdaderas.
Hasta que llega un día en que las circunstancias nos arrojan desnudos al anfiteatro de nuestros pensamientos para que saldemos cuentas con las bestias que nosotros mismos hemos creado. Y es entonces cuando nos damos cuenta que esas bestias son solo las sombras de nuestros miedos y los fantasmas de nuestras frustraciones y que verdaderamente no existen como tales. Lee el resto de esta entrada »